Tocar cualquier instrumento musical es todo un arte. Si además lo tocas con excelencia, ese arte se transforma en don y en virtuosismo. Cualquier persona esta capacitada para aprender a tocar cualquier instrumento en cualquier momento de la vida, eso es una realidad que no debemos obviar aquellos que siempre hemos querido aprender y nunca, merced a las circunstancias, hemos podido. Nunca es tarde.
Uno de los instrumentos que más atraen, es sin duda alguna, el piano. Este instrumento de cuerda percutida al que se le pueden arrancar las mejores melodías, es sinónimo de elegancia. De todos los instrumentos existentes que, no son pocos, el piano, es de los más versátiles que podemos encontrar. Tanto en una orquesta sinfónica como en un alarde de virtuosismo, solo en un escenario, como acompañamiento lírico, melódico e incluso en un concierto de rock… no, no hablamos de su homólogo todoterreno, el teclado electrónico.
Como bien sabe nuestra amiga y profesional pianista Kristina, el piano es carismático, elegante, distinguido y aprender a deslizar tus dedos sobre él, apto para cualquiera. Eso sí, requiere predisposición, constancia y práctica, mucha práctica.
Cada instrumento, tiene su peculiaridad, su forma, su partitura. En el caso del piano, su partitura, es diferente, peculiar, distinguida. Cuenta con dos pentagramas simultáneos, uno para cada mano. De ahí, la importancia de la calve de Fa en los pianistas. Debemos tener en cuenta que la escritura musical, va más allá de los acordes de guitarra y la conocida, calve de Sol.
Del mismo modo que la guitarra cuenta con su particular tablatura y cifrado, el piano, cuenta con partituras que deben seguirse simultáneamente con cada mano. Una en clave de Sol y otra, en clave de Fa. ¿Por qué la clave de Fa? Por la gravedad de las notas.
Huelga decir al profano o al novato que, esta clave, es la utilizada para escribir las partituras de los instrumentos que producen notas más graves, como el fagot.
Independientemente de la clave, la partitura o el tipo de música a tocar, lo importante es aprender. Para ello, es cierto que conviene tener algunas nociones previas y algún conocimiento básico de solfeo. A partir de ahí, la práctica, llevará al mayor aprendizaje.
En este mundo de la enseñanza y el aprendizaje, puedes avanzar de dos maneras: solo o acompañado. Los más autodidactas, preferirán la soledad, para aprender de sus propios errores. Aquellos que requieren de una educación formal, necesitarán la compañía de un tutor que les marque el camino a seguir.
Si eres de los primeros, vamos a proporcionarte unos pasos a seguir para que alcances tu meta. Si eres de los segundos, puedes igualmente, beneficiarte de los mismos, aunque luego cuentes con un soporte mayor.
Pasos a seguir para aprender tocar el piano
Inicialmente, para aprender a tocar el piano, son necesarias dos cosas fundamentales: en primer lugar, el piano. Tan fundamental como el aire que respiramos. Si no hay piano o teclado (también nos vale), las ganas carecen de valor. En segunda instancia, la voluntad para aprender, las ganas, la constancia y el compromiso, está dentro de esa única palabra: voluntad.
Contando con estos dos ingredientes, podemos empezar nuestro aprendizaje.
Una vez cuentas con tu piano, tienes que hacerte a él. Acostumbrarte y familiarizarte con sus funciones, características, sonido. En el caso de que tengas un piano, comprobar que este afinado, no está de más. Los teclados no requieren de este paso, pero los pianos, sí.
Para familiarizarse con este nuevo amigo, memorizar la posición de las teclas, las notas y su lugar concreto en el teclado es también fundamental. Practicar escalas básicas y acordes prestando especial atención a los sonidos que emite y como se diferencian entre sí. Así acostumbras a tus dedos y a tu oído a que se familiaricen con el instrumento.
Otro aspecto importante es mantener una posición adecuada y correcta. Las manos deben estar ligeramente curvadas para poder deslizarlas con soltura por las diferentes teclas, las muñecas, relajadas y el antebrazo, recto. Es esencial que esta posición se mantenga para evitar lesiones por realizar movimientos repetitivos.
Teniendo ya la posición correcta y adecuada, habiendo arrancado las primeras notas de tu piano y con ganas de avanzar, debes aprender y memorizar las notas musicales. Concretamente, hay que memorizar la posición de Do y Fa en el teclado, esto te facilitará memorizar la ubicación del resto de las notas.
Si aun no sabes para que se inventaron las teclas negras, es momento de averiguarlo: estas teclas que van de dos en dos o de tres en tres, son bemoles o sostenidos. En las partituras aparecen con su propio simbolito, el hashtag de internet o almohadilla del pc, es semejante al sostenido. Para el bemol, una b hace las veces de símbolo.
Es conveniente fijarse un objetivo. Como ocurre con todo aquello que uno se propone en la vida, la finalidad es lo que hay que tener claro. Para que quieres tocar el piano, en cuanto tiempo o qué tipo de música quieres tocar, son preguntas básicas que hay que contestarse para ir marcándose objetivos.
En este punto, es donde ya se puede empezar a practicar. Durante las sesiones debes mantenerte firme en tu objetivo y variar de ejercicios para no aburrirte. Practicar acordes y escalas a diario, pues son la base de la música de piano.
Aprender las tonalidades para identificar sonidos y aprender a tocar de oído. Para esto, prestar atención a los patrones, ya que las canciones están compuestas por patrones musicales.
Con los conocimientos básicos adquiridos, lo siguiente es aplicarlo a los dedos. Entrenarlos para que sigan la partitura sin dudar y tantear las teclas erróneas. Un método para alcanzar este objetivo es utilizar el enfoque pentascalar.
Ahora toca conocer los tiempos de cada nota. Esto es el tiempo que debe mantenerse pulsada cada tecla. Las más utilizadas son las redondas de cuatro tiempos, las blancas, de dos tiempos y las negras de uno.
Las distinguirás por su forma. Las blancas son círculos blancos, las blancas, son círculos blancos con una plica y las negras, iguales a las blancas pero con el circulo negro.
Estas nociones tan básicas de solfeo, son seguramente conocidas de sobra por la inmensa mayoría. Quien más y quien menos, ha visto las notas musicales en algún momento.
Como ocurre con todo aquello que requiere práctica, la constancia es primordial. Para aprender a tocar el piano, hay que poner muchas ganas, practicar a diario y no desistir. Tampoco hay que venirse arriba y empezar por partituras complicadas, lo mejor es ir in crescendo, empezar por lo más simple e ir ganando en destreza y agilidad.
Aunque uno sea autodidacta, hacen falta algunos recursos para iniciarse en el mundo del piano. Afortunadamente, internet, es una gran fuente de los mismos. Desde cursos para principiantes hasta partituras y videos gratuitos al alcance de un clic.
Como decíamos al principio, nunca es tarde para aprender. Una de las ventajas de hacer este tipo de cosas a la edad adulta es que ya tienes claro que quieres aprender a tocar el piano y no se trata de una imposición. La realidad es que a la mayoría de jóvenes que se inician en el piano, no se les apunta a clases por petición propia. Suele ser iniciativa de los padres.
Cuando quien decide eres tú, el aprendizaje será más saludable, gratificante y sin duda, provechoso. Tal vez te resulte un poco más difícil asimilar conceptos, pero con constancia y ganas, tus objetivos serán cumplidos y tocarás el piano, como todo un profesional.