Un día de playa en familia es de esas experiencias que se recuerdan siempre. El sonido de las olas, el olor a crema solar, las risas que se mezclan con el viento marino… y, por supuesto, el inevitable “¿alguien ha visto mi chancla?”. La playa tiene ese poder de convertir cualquier jornada en una pequeña aventura compartida. Pero también es cierto que, sin un poco de organización, puede transformarse en un caos de arena, sol y carreras buscando una sombrilla salvadora.
Por eso, aquí tienes una guía completa para que tu próximo día de playa sea un auténtico planazo familiar, lleno de diversión, relax y buenos momentos para todos ya vayas con tu pareja, con peques revoltosos o con adolescentes que fingen que el sol no les importa, pero en realidad disfrutan más de lo que admiten.
Preparativos, la llave del éxito.
El gran secreto para disfrutar de la playa empieza antes de salir de casa. Una bolsa bien preparada te ahorra discusiones, olvidos y disgustos bajo el sol. No hace falta llevar medio armario, pero sí algunos básicos imprescindibles:
- Sombrilla o toldo: tu refugio contra el sol. Sin ella, la jornada puede acabar con caras rojas y miradas de “te lo dije”.
- Protección solar: el protector, por supuesto, pero también el bálsamo labial con SPF y un poco de after sun para el final del día.
- Agua fresca: lleva más de la que creas necesaria. El calor y la sal hacen que todos tengan más sed de la esperada.
- Snacks y comidas ligeras: frutas, bocadillos, frutos secos o ensaladas frías. Evita cosas que se derritan o se estropeen con el calor.
- Toallas grandes, pareo y algo de ropa seca para el regreso.
- Juguetes o pelotas, si vas con niños, o un buen libro si prefieres relajarte.
Un truco útil: prepara una lista con todo y guárdala en el móvil. Así, cada vez que vuelvas a organizar una escapada, sabrás exactamente qué no puede faltar.
El papel protagonista de la sombrilla.
Hay algo que une a todas las familias playeras: la batalla por conseguir una buena sombra. No importa lo bonita que esté la playa ni lo perfecta que sea la temperatura, si no tienes un buen refugio del sol, el día puede volverse pesado y hasta peligroso. Además de evitar insolaciones y quemaduras, crea un punto de encuentro familiar donde descansar, comer o echar una siesta sin achicharrarse.
Sin embargo, muchas veces la olvidamos porque es un claro fastidio llevarlas con nosotros; pero luego nos acordamos de la mala decisión que hemos tomado. Aunque incluso si se nos olvida, We love Alicante nos recuerda que, en muchas playas, también tenemos la opción de alquilar una sombrilla para pasar nuestro día de playa.
Sea como sea, llevar sombrilla es necesario, y si la traes de casa, es importante que:
- Sea anti viento.
- Si traes a tus hijos pequeños, asegúrate de que esta sea grande o tipo carpa, para que cubra a toda la familia.
- Colócala correctamente: hoy día existen los tornillos de arena, (que puedes adquirir en cualquier bazar) y son muy útiles para dejarla bien clavada.
Si vas en pareja.
Un día de playa en pareja tiene su propio encanto. Es el momento perfecto para desconectar del trabajo y del ruido cotidiano, relajarse y simplemente disfrutar del mar.
Podéis llevar una neverita con algo fresquito, unas toallas grandes tipo picnic y un altavoz pequeño con música suave. También podéis aprovechar para dar paseos por la orilla, jugar a las palas, hacer snorkel o tumbaros bajo la sombrilla a hablar sin prisas.
Si vas con niños pequeños.
Los peques viven la playa con una emoción que contagia. Para ellos todo es nuevo: las olas, la arena, las conchas… y el cubito que hay que llenar mil veces. Pero también son los más sensibles al sol y al calor, así que hay que estar muy atentos.
Consejos prácticos:
- Protección total: crema solar alta (SPF 50+), gorra y camisetas UV si van a estar mucho rato jugando.
- Sombrilla grande o toldo bajo: que permita tenerlos a la vista, pero protegidos del sol directo.
- Agua y fruta fresca: para evitar golpes de calor.
- Juguetes sencillos: cubos, moldes, pelotas blandas o cometas pequeñas.
- Ratos cortos de baño: mejor varias veces breves que una larga exposición al agua y al sol.
Y, sobre todo, mucha paciencia. Los niños pequeños pueden cansarse, tener hambre o enfadarse porque “la arena está caliente”. La clave es adaptar el ritmo a ellos y disfrutar del momento sin prisas.
Si vas con hijos mayores o adolescentes.
Aquí la historia cambia. Ya no hay cubos ni castillos, sino móviles, altavoces y alguna que otra queja del tipo “¿cuánto falta para irnos?”. Pero tranquilos, hay formas de hacer que todos lo pasen bien.
Puedes proponer actividades en grupo: un partido de vóley, una excursión en kayak o simplemente un baño en familia con juegos. Si les dejas su espacio y participas en lo que les apetece (aunque sea hacer fotos para redes sociales), el ambiente mejora mucho.
También puedes animarlos a probar algo diferente: paddle surf, snorkel o disco volador. Y si prefieren tumbarse bajo la sombrilla a escuchar música, perfecto. Al final, el día de playa también es para relajarse, y cada uno lo hace a su manera.
¿Qué hacer si el día se tuerce?
A veces el tiempo no acompaña: viento fuerte, nubes, o incluso medusas que deciden arruinar el baño. Pero no pasa nada, siempre hay alternativas.
Si el viento levanta demasiada arena, busca un rincón protegido, como una cala o un lateral de la playa. Si aparecen medusas, aprovecha para caminar, jugar en la arena o explorar el paseo marítimo.
Y si empieza a llover (porque el verano es impredecible), convierte el plan en un pequeño pícnic dentro del coche o busca un chiringuito resguardado donde seguir disfrutando de las vistas del mar. A veces los imprevistos acaban siendo los mejores recuerdos.
Cómo prevenir peligros y sustos.
El mar es una maravilla, pero también hay que respetarlo. Algunos consejos importantes:
- Atiende siempre a las banderas: verde (baño permitido), amarilla (precaución) y roja (baño prohibido).
- No te alejes demasiado: sobre todo si hay corriente. Es fácil perder la referencia de la orilla.
- Cuida los pies: las conchas y las piedras pueden jugar malas pasadas. Unas chanclas de agua pueden ser tus mejores aliadas.
- Atento al calor: golpes de calor y deshidratación son frecuentes. Hidrátate constantemente, incluso si no tienes sed.
- Protege los objetos personales: usa mochilas impermeables o bolsas estancas para móviles y llaves.
Si vas con niños, explícales cómo actuar si se pierden: que se queden quietos junto a la sombrilla o que busquen a un socorrista. Y si la playa tiene socorrista, ubícalo siempre visualmente. Saber dónde está da mucha tranquilidad.
Protegerse del sol, una cuestión de salud.
El sol es uno de los grandes protagonistas del verano, pero también uno de los más peligrosos si no se respeta. Las quemaduras solares son mucho más que un mal recuerdo: pueden causar daños a largo plazo en la piel.
Aplica crema solar media hora antes de exponerte y repite cada dos o tres horas, o después de cada baño. No olvides las zonas más traicioneras: orejas, empeines, cuello y parte posterior de las rodillas.
Recuerda: la sombrilla es tu mejor aliada. Bajo su sombra, la temperatura baja varios grados, y la exposición directa al sol disminuye notablemente. Además, ayuda a mantener frescos los objetos, las bebidas y, sobre todo, el ánimo.
Si hay bebés, lo mejor es que estén siempre bajo el toldo o la sombrilla, y mejor si llevan ropa ligera de algodón y gorrito. Para los adultos, un sombrero o una gorra también ayudan a evitar mareos por calor.
La magia del final del día.
Hay algo especial en el momento en que el sol empieza a caer, el mar se tiñe de dorado y la playa se vacía poco a poco. Es la hora de recoger, sacudirse la arena y disfrutar del último baño tranquilo.
Puedes aprovechar para dar un paseo con los pies en el agua o ver la puesta de sol con la familia. Es el broche perfecto para un día lleno de risas, juegos y descanso.
Y, antes de irte, una última recomendación: deja la playa tal y como la encontraste. Recoge todos los residuos, incluso los más pequeños. Enseñar a los niños ese respeto por el entorno es parte de la experiencia.
Un día espléndido.
Un día de playa en familia no tiene por qué ser una odisea cargada de bolsas y gritos de “¡no te alejes!”. Con un poco de organización, buena sombra y muchas ganas de pasarlo bien, se convierte en un plan que une, relaja y llena de recuerdos bonitos.
Las olas, la arena, la risa de los niños, el olor a crema solar… todo se mezcla para crear esa sensación de verano de verdad, la que no se olvida. Y al final, cuando el sol se esconde y la sombrilla se pliega, te das cuenta de que lo mejor del día no fue el baño ni el helado: fue estar juntos.