La joyería y el arte comparten entre sí la fascinación por la belleza. Dos campos que cuando se unen producen resultados sublimes.
Un joyero artesano es un artista. No es una frase hecha. Ni una declaración de reconocimiento a estos artesanos. Fue una realidad, como se puede comprobar en la historia del gremio de plateros de Córdoba.
Córdoba, además de por sus monumentos, es famosa a nivel nacional e internacional por la producción de joyas y artículos de plata. Todo hace indicar que este oficio lo introdujeron en la ciudad los judíos en la época del califato árabe, por la ubicación de los talleres en el casco antiguo de la ciudad.
Sin embargo, los plateros cordobeses alcanzan su mayor periodo de notoriedad en el siglo XVI, con la llegada de los primeros cargamentos de plata provenientes de América. Ser platero en Córdoba, en aquella época, era casi como alcanzar el reconocimiento de un noble.
Para ejercer de platero en la ciudad necesitabas la aprobación de la cofradía de San Eloy. Para la cual era necesario el aval de al menos dos miembros, pasar un examen de sangre que acreditara que no tenías ascendencia árabe ni judía y superar una prueba práctica que coincidía con la presentación de una obra artesana hecha en plata.
Los artesanos plateros de la ciudad trabajaban para la casa real, las familias de la alta nobleza española y la iglesia. Los mismos que encargaban cuadros a los mejores pintores del país o palacios a los arquitectos más reputados.
Para mantener el nivel de calidad, la cofradía ejercía supervisión directa sobre la producción de los cofrades.
Los siglos han pasado y la joyería y el arte se han democratizado. Ya no son un privilegio exclusivo de ricos y poderosos. Aun así, muchos distribuidores de joyería ponen especial atención en proporcionar a sus clientes joyas de alta calidad, con un toque artístico. Como Arte-Joya, una tienda online de joyas de diseño que trabaja con casas como Majorica, Bohemme y Les Georgettes, y que como nos dice Antonio Blasco, que les ha comprado en varias ocasiones, ofrecen piezas de belleza extraordinaria.
Y es que arte y joyería están más unidos de los que pensamos.
Artistas que han diseñado joyas.
La revista digital Kienyke nos recuerda que en algún momento de su carrera, artistas como Pablo Picasso, Alexander Calder, Alberto Giacometti y Louise Bourgeois han diseñado joyas.
La escultora y pintora de origen griego Sophia Vari expuso sus últimas obras en la Galería Nohra Haime de Nueva York en el 2022, en las que además de sus esculturas de bronce de objetos geométricos incluyó collares y pulseras de oro blanco y piedras preciosas en las que se podía apreciar su estilo personal.
El escultor británico de origen indio Anish Kapoor diseñó toda una colección para la marca Bulgary.
La razón por la cual el arte moderno está en contacto con la joyería es porque las joyas son un vehículo de expresión que tienen la ventaja de que la creación del artista entra en contacto directo con la piel del propietario. Estos diseños, aunque son exclusivos, permiten varias replicas sin perder la calidad, la belleza y la autenticidad.
Uno de los ejemplos más claros de la conexión entre el arte y la joyería fue Paloma Picasso, la hija de Pablo Ruiz Picasso. Quien tras iniciarse en el mundo de la pintura, dio el salto a la joyería en 1979 creando diseños para la casa Tiffany y se convirtió en uno de los nombres propios de la escena artística de Nueva York en los años 80.
La primera colección de joyas de Paloma Picasso llevaba el nombre de Paloma´s Graffiti. Sus diseños estaban inspirados en las formas y el efecto tridimensional de las firmas y trazos de los artistas callejeros.
Considerado en ese momento como vandalismo, Paloma dio al arte urbano una dimensión nueva y una respetabilidad de la que entonces carecía. Anillos, pendientes y colgantes con signos y palabras esculpidas con grafías sinuosas, como escritas a gran velocidad, empezaron a verse colgadas en los cuellos y orejas de algunas de las personalidades más chic que acudían a las fiestas de Studio 54. El último templo de la música disco.
Paloma dio un giro más cuando empezó a utilizar en sus diseños gemas de colores vivos que apenas se utilizaban en joyería. “Me lo pasé en grande” – contó en una entrevista que le hicieron a finales de los 80 – “me puse a jugar con todas esas gemas que estaban en el catálogo de la empresa. No sabía que existieran colores tan extraordinarios ni tan vivos. Descubrí que los recursos que nos ofrece la naturaleza no tienen límites.”
Joyas inspiradas por el arte.
El Diario Vasco nos habla de una exposición de joyas que se celebró en agosto del 2023 en el museo Carmen Thysen de Andorra. Se trató de la colección “L’art fet joia” creada por la diseñadora vitoriana Silvia Hernández, a través de su marca Shiori. En el propio museo se podían comprar las joyas, a la par que eran admiradas por los visitantes.
Shiori, en palabras de su creadora, representa la feminidad y la modernidad. Caracterizada por el uso de piedras preciosas como las amatistas, las ágatas y las aguamarinas que, además de belleza, emiten una frecuencia energética que conecta con las emociones y las sensaciones de la mujer actual.
Para Silvia, exponer sus creaciones en un museo de pintura, aunque fuera en una exposición temporal, era un espacio natural. Sus joyas están basadas en la pasión que la diseñadora siente por el arte y los viajes.
Sus collares, pulseras y pendientes de distintos colores presentan un viaje cromático que expresa las sensaciones que en ella provocan algunas obras de diversos artistas que van desde el romanticismo del siglo XIX hasta el Pop Art de la segunda mitad del siglo XX. Desde los cuadros épicos de Delacroix hasta las series poli-cromáticas de Andy Warhol.
Por otro lado, el diseñador inglés Tore Stevenson creó una colección de 33 broches basados en obras de arte de Miró, Arp, Corse, Knobel y Malevich a la que llamó “Covers”.
Según Stevenson, la idea era rendir homenaje a pintores de arte moderno que siempre le han impresionado y dar su versión sobre aquellas obras. La intención no era replicar un cuadro sobre un broche. Sino mantener los rasgos característicos de la obra del artista, de forma que el comprador pudiera identificarlo, conservando su seña personal como diseñador de joyas.
Un trabajo nada sencillo que implica alcanzar un equilibrio difícil de conseguir.
La fascinación de los diseñadores de joyas por los artistas plásticos es evidente y comprensible. Después de todo, un diseñador de joyas es un artista que ha volcado su creatividad en una industria determinada.
Las joyas y el cine.
Si hablamos de la relación de la joyería con el arte, no podemos obviar su conexión con el cine, el séptimo arte.
Igual que las alfombras rojas de los grandes premios de cine: los Óscar, los Goya, son un escaparate perfecto para los grandes diseñadores de moda, no lo son menos para las marcas y diseñadores de joyería.
En la entrega de los Oscar de 1996, Nicole Kidman acudió a la ceremonia con una vistosa gargantilla victoriana prestada por la firma neoyorkina Fred Leighton. Aquello marcó un antes y un después. Las marcas de joyería se percataron del potencial que tenían estos eventos y como sus joyas podían exponerse ante audiencias mundiales, presentadas por personalidades conocidas por todos.
El romance entre el cine y la joyería es más profundo, si cabe. La escena de Audrey Hepburn ante un escaparte de la joyería Tiffany´s en Nueva York, en la película “Desayuno con diamantes” redimensionó el nombre de la marca a un nivel insospechado.
Hollywood siempre utilizó la joyería como un símbolo de glamur. Como un elemento que caracterizaba al personaje. En Gilda, Rita Hayworth lucía una gargantilla riviere sobre un escote palabra de honor y unos guantes que le llegaban hasta el antebrazo. Aquellos detalles reforzaban la imagen de femme fatal, de mujer inaccesible. Como las joyas que Rita llevaba.
En 1950, Gloria Swanson interpretaba en la película “El ocaso de los dioses” el papel de una diva del cine mudo, hundida en el ostracismo tras la llegada del cine sonoro. Para muchos espectadores, aquel relato representaba la historia viva de la actriz. En la película, la Swanson llevaba puestos unos brazaletes de cristal de roca y diamantes de Cartier que simbolizaban el poderío que tubo años atrás. Tanto cautivaron las joyas a la actriz, que quiso llevarlas puestas a la entrega de los Óscar del año siguiente. Edición en la que estaba nominada a mejor actriz protagonista.
El cine ha contribuido a popularizar el regalo de joyas como una manifestación suprema de amor. Como cuando Richard Gere le regaló un collar de rubís y diamantes a Julia Roberts en “Pretty woman”. Una escena que mujeres de todo el mundo han fantaseado alguna vez con vivirla en primera persona.
Un hilo invisible conecta el arte con las joyas.