Patologías digestivas más frecuentes y cómo tratarlas

Cuando alguien muy cercano a nosotros a quien queremos muchísimo comienza a tener problemas digestivos, como mi suegra, es inevitable que nos invada la preocupación, sobre todo en fechas en las que queremos pasarlo bien y comer con la familia sin tener que preocuparnos con que si mañana nos dolerá el estómago o no.

Os confieso que verla lidiar todos los días con esas molestias en el estómago, con esos ardores que no la dejan tranquila o con ese malestar que aparece después de casi cualquier comida, me hace pensar y me enfada muchísimo. ¿Qué demonios le pasa? ¿Es algo grave? Y, lo más importante: ¿puedo hacer algo para que se sienta mejor?

La verdad es que muchas veces ignoramos o minimizamos los problemas digestivos, nuestros y de los demás, hasta que se vuelven crónicos o empiezan a fastidiarnos todos los días. Pero no tendría por qué que ser así. Yo misma me vi obligada a investigar a fondo sobre las patologías digestivas más comunes para ayudar a mi suegra, sus causas, los síntomas que las caracterizan y, lo más importante, las opciones para diagnosticarlas y tratarlas de manera efectiva.

Si estás leyendo esto, quizá tú o alguien que te importa os encontréis en una situación similar. Tal vez sea tu pareja, un amigo o incluso tú quien está lidiando con estas molestias. Por eso quiero compartir contigo lo que aprendí, con la esperanza de que pueda ayudarte a tomar las decisiones correctas y encontrar el alivio que tanto necesitas.

 

Las patologías digestivas más comunes

Hay un grupo de enfermedades digestivas que destacan por su frecuencia. Algunas son más leves y comunes, pero otras pueden requerir una atención médica más inmediata e especializada, porque son más graves.

Aquí te enumero las más habituales:

 

Reflujo gastroesofágico (ERGE)

Ocurre cuando los ácidos del estómago suben hacia el esófago. Esto causa una sensación de ardor (acidez) en el pecho, sobre todo tras comer o al acostarse. Es un problema muy común y muchas veces está relacionado con malos hábitos alimenticios, obesidad o incluso el estrés.

Otros síntomas que lo caracterizan incluyen regurgitación, dificultad para tragar y tos crónica.

Aunque puede parecer algo inofensivo, cuando no se trata adecuadamente, puede causar complicaciones, como la esofagitis causada por reflujo gastroesofágico.

 

Síndrome del Intestino Irritable (SII)

Es una enfermedad funcional que afecta al intestino grueso.

Sus causas no están del todo claras, pero factores como el estrés, la dieta y alteraciones en la microbiota intestinal pueden desempeñar un papel importante.

Los síntomas son variados: dolor abdominal recurrente, cambios en los hábitos intestinales (diarrea, estreñimiento o ambos) y distensión abdominal.

Aunque no es peligrosa, puede incapacitar a quien la sufre.

 

Gastritis

La gastritis es una inflamación del revestimiento del estómago.

Puede ser causada por infección con Helicobacter pylori, el uso excesivo de antiinflamatorios, el alcohol o el estrés.

Sus síntomas incluyen dolor o ardor en la parte alta del abdomen, náuseas y sensación de llenura.

 

Intolerancias alimentarias

Cada vez existen más intolerancias a ciertos alimentos, como el gluten o la lactosa. Las intolerancias no son alergias, pero pueden causar hinchazón, diarrea, gases y dolor abdominal.

Identificarlas puede marcar un antes y un después en la calidad de vida de una persona.

 

Enfermedad inflamatoria intestinal (EII)

Este grupo incluye la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, que son enfermedades crónicas y autoinmunes.

Ambas causan inflamación en el tracto digestivo, con síntomas como diarrea persistente, dolor abdominal, sangrado rectal, pérdida de peso y fatiga.

No tienen cura, pero existen tratamientos para controlar sus brotes y mejorar la calidad de vida.

 

¿Cómo se diagnostican estas patologías?

En Alyan Salud colaboran con varias clínicas y son expertos en el diagnóstico y tratamiento de patologías digestivas, y nos hacen saber que uno de los primeros pasos para tratar una patología digestiva es un buen diagnóstico.

En muchos casos, el médico general evaluará los síntomas y determinará si es necesario derivar al especialista, como un gastroenterólogo.

 

Pruebas más utilizadas:

  1. Gastroscopia: Permite examinar el interior del esófago, el estómago y el duodeno mediante un tubo delgado que incorpora una cámara. Con ella se diagnostican problemas como el reflujo, gastritis, úlceras y otras afecciones. Aunque puede dar un poco de miedo, se realiza con sedación y es muy efectiva.
  2. Colonoscopia: Es similar a la gastroscopia, pero se centra en el intestino grueso y el recto. Es clave para detectar pólipos, cáncer de colon y enfermedades inflamatorias. También se realiza con sedación y, aunque la preparación puede ser un poco molesta, los beneficios son enormes.
  3. Ecoendoscopia: Es una combinación entre una ecografía y una endoscopia. Permite visualizar órganos cercanos al tracto digestivo, como el páncreas y la vesícula biliar, con gran precisión. Es muy útil para detectar tumores o quistes.
  4. Pruebas de intolerancia alimentaria: Se usan pruebas como el test de aliento para la lactosa o la fructosa, o análisis de sangre para detectar anticuerpos frente al gluten. A veces, se opta por dietas de eliminación supervisadas.
  5. Ecografía abdominal: Es una prueba sencilla y no invasiva que permite observar órganos como el hígado, la vesícula, el páncreas y los intestinos. Es una buena herramienta para descartar problemas estructurales.

 

¿Dónde tratar las patologías digestivas?

Según el tipo y la gravedad del problema, hay diferentes opciones para recibir atención:

  1. Médicos de atención primaria: Como hemos dicho, es el primer paso porque ellos evaluarán si es necesario derivarte a un especialista o si basta con cambios en tu estilo de vida.
  2. Especialistas en gastroenterología: Cuando los síntomas persisten o son complejos, el gastroenterólogo es quien mejor puede ayudarte. En los centros de salud públicos, puedes acceder a ellos mediante una derivación; en la sanidad privada el acceso es inmediato, aunque, por supuesto, es más caro.
  3. Consultas de intolerancias alimentarias: Si sospechas de intolerancias, hay clínicas especializadas que pueden ayudarte a identificar los alimentos problemáticos mediante pruebas específicas y seguimiento.
  4. Coaching nutricional: Una vez diagnosticado el problema, un coach nutricional o dietista especializado te ayudará a adaptar tu dieta para mejorar los síntomas. Ellos te ayudan a comer de manera equilibrada y acorde a tus necesidades.

 

Cómo tratar las patologías digestivas

Una vez diagnosticado el problema, el tratamiento dependerá de la patología en cuestión:

 

  1. Cambios en la dieta

Muchas patologías digestivas mejoran notablemente con ajustes en la alimentación. Por ejemplo:

  • Para el reflujo: evitar alimentos grasos, picantes, el café y el alcohol.
  • En el caso del SII: identificar alimentos desencadenantes, como los ricos en FODMAPs.
  • Para intolerancias: eliminar el alimento problemático, como el gluten o la lactosa.

 

  1. Medicación

Dependiendo de la enfermedad, los médicos pueden recetar antiácidos, inhibidores de la bomba de protones, probióticos o incluso medicamentos más específicos para las enfermedades inflamatorias.

 

  1. Terapias complementarias

En algunos casos, terapias como el yoga, la meditación o incluso la acupuntura pueden ser útiles para reducir el estrés, que juega un papel importante en muchas enfermedades digestivas.

 

  1. Seguimiento regular

Para patologías crónicas como la EII, es fundamental acudir a revisiones periódicas con el especialista. Esto permite ajustar el tratamiento según las necesidades.

 

La prevención es clave para evitar problemas digestivos

En mi caso, aprendí que es mejor prevenir que lamentar, y, en el caso del sistema digestivo, esto no es diferente. Muchos problemas digestivos pueden evitarse o minimizarse siguiendo algunas recomendaciones sencillas.

Aquí te dejo algunos consejos que ayudaron muchísimo a mi suegra:

  1. Mantén una dieta equilibrada: Consume una dieta rica en frutas, verduras, cereales integrales y proteínas magras para ayudar a mantener tu sistema digestivo saludable. Limita el consumo de alimentos procesados, grasas saturadas y azúcares refinados.
  2. Hidrátate adecuadamente: El agua es fundamental para el buen funcionamiento del sistema digestivo. Ayuda a prevenir el estreñimiento y favorece la eliminación de toxinas.
  3. Realiza actividad física: El ejercicio regular es bueno para el cuerpo y favorece el tránsito intestinal. Actividades como caminar, nadar o practicar yoga son excelentes opciones.
  4. Evita el tabaco y el alcohol: Ambos pueden irritar el sistema digestivo y contribuyen a problemas como el reflujo o la gastritis. Reducir o eliminar por completo su consumo puede marcar una gran diferencia.
  5. Gestiona el estrés: El estrés tiene un impacto directo en la salud digestiva. De hecho, casi todos los problemas de estómago empiezan por el estrés. Por eso, la meditación, el mindfulness o dedicar tiempo a actividades que disfrutes pueden ayudarte a reducirlo.
  6. No ignores los síntomas: Si notas molestias persistentes, como dolor abdominal, cambios en los hábitos intestinales o acidez frecuente, no los ignores. Consulta a un médico a tiempo para prevenir complicaciones mayores.

 

Cuidar el sistema digestivo es cuidar de nuestra salud

Espero que toda esta información te haya resultado útil y, sobre todo, que te haya aclarado algunas dudas que tuvieses. Si algo he aprendido yo de esta experiencia es que nunca debemos ignorar los problemas digestivos. Una consulta a tiempo puede ser importantísima para evitar complicaciones mayores.

Cuidar de nuestra alimentación, reducir el estrés y mantener un seguimiento médico adecuado son las claves para disfrutar de una buena salud digestiva.

Si tú o alguien cercano está enfrentando alguno de estos problemas, ¡actúa ya! La salud siempre debe ser una prioridad.

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